Impacto de la crisis en el medio rural: una mirada de género. - page 77

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Capítulo III
Evolución del mercado de trabajo en los últimos cinco años
Las diferencias retributivas se dan también en
todos y cada uno de los grupos de Ocupación. Las
brechas de género más elevadas se registran en las
ocupaciones no cualificadas en servicios (30,46%),
operaciones de instalaciones y maquinarias fijas y
montaje (29,04%), o entre el personal cualificado
de las industrias manufactureras (27,55%). Por
el contrario, la brecha de género se reduce en
las profesiones que exigen cualificación o en los
puestos de dirección y gerencia. En este último
caso la brecha salarial asciende al 19,55%.
Esto puede ser un efecto de la mortalidad de
empresas y la pérdida de empleo en los sectores
más afectados por la crisis, que ha disminuido el
número de hombres en cargos de responsabilidad
en sectores en los que han estado muy valorados
(como las finanzas y la construcción), y ello esté
reflejándose en un descenso de la brecha salarial
de género en estos niveles.
Por tanto, pese a los avances experimentados en
la incorporación de mujeres al el terreno laboral, la
persistencia de la brecha salarial y su existencia
en todas las categorías de las variables analizadas
constituyen un indicador más de la persistencia de
las desigualdades entre mujeres y hombres y de
la menor valoración del trabajo realizado por las
mujeres. Según los datos aportados en el informe
del CEES, parte de las diferencias salariales se
originan en los complementos salariales los cuales,
aun siendo fijados en su mayoría en los convenios
colectivos, introducen en ocasiones criterios que
benefician en mayor medida a los hombres, como
por ejemplo la antigüedad (dado que la temporalidad
afecta más a las mujeres y porque, además, la
vida laboral de las mujeres suele sufrir mayores
interrupciones lo que dificulta la acumulación de
periodos de antigüedad), la disponibilidad horaria
o la prolongación de la jornada
(CEES, pag.179).
En resumen, los datos muestran que aunque la
crisis ha afectado inicialmente más a los hombres,
esta tendencia está cambiando y de nuevo la
brecha de género comienza a ampliarse. Ello pone
de manifiesto, además, que la situación y posición
de las mujeres en este ámbito no se modificó. Ellas
siguen registrando menores tasas de actividad
y empleo, y mayores tasas de paro (aunque la
presencia femenina en el mercado de trabajo está
cada vez más consolidad), muestran una mayor
temporalidad en sus contrataciones y una mayor
presencia en el empleo a tiempo parcial, factores
que contribuyen al mantenimiento de la brecha
salarial, independientemente de la ocupación. El
desarrollo de intervenciones públicas de fomento
del empleo que no tengan en cuenta la situación
diferencial de partida de mujeres y hombres,
favorecerá la persistencia, si no el aumento, de
las desigualdades de género en el mercado de
trabajo.
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