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Fue en 2008, con el inicio de la actual crisis,
cuando se produjo el final de un ciclo expansivo
de la economía española, en el que el paro había
alcanzado el nivel más bajo de los últimos treinta
años. El cambio de tendencia que se registra a
partir de ese momento está influido por el impacto
internacional de lacrisis financiera iniciadaenEE.UU.,
pero especialmente, por las propias debilidades del
patrón de crecimiento de nuestro país, ligado en
exceso a la construcción. De hecho, la construcción
de vivienda se había convertido en un motor im-
portante de la economía que ayudó a crear un gran
número de empleos tanto directos como indirectos.
Cuando este sector se retrae se produce una caída
del empleo que afecta, sobre todo, a los hombres,
que son quienes se ocupan mayoritariamente
en el mismo. A partir de este momento y hasta la
actualidad, España está afrontando una tasa de
paro que se han triplicado en los últimos cinco años,
una renta disponible ostensiblemente menor y un
mayor endeudamiento. A esta situación se añaden
los recortes en la protección social (educación,
sanidad, dependencia, desempleo,…), la limitación
del crédito y una dura reforma laboral.
Estos recortes que está sufriendo la sociedad
española no parecen ser coyunturales, sino que
estamos ante un cambio de modelo social que, si no
tiene en cuenta laposicióndemujeres y hombres en la
sociedad, contribuirá a aumentar las desigualdades
sociales y de género. Sirva de ejemplo la subida de
impuestos indirectos como el IVA, que implica una
subida de los precios igual para todo el mundo, con lo
que las personas beneficiarias de pensiones y rentas
bajas ven reducida en mayor medida su capacidad
adquisitiva, y las mujeres son más susceptibles
de encontrarse en este grupo; o los recortes en la
sanidad, la educación y la dependencia, lo que ha
desembocado en una reducción de servicios que
antes ofrecía el Estado y que ahora deben asumir
las familias, concretamente, las mujeres, que son
quienes “tienen la responsabilidad” de solucionar las
tareas de cuidado en el ámbito doméstico. Todo ello
limita la disponibilidad de las mujeres para participar
en los espacios públicos y, especialmente, en el
mercado de trabajo, que es donde se generan los
ingresos monetarios para desenvolverse de forma
autónoma y tomar decisiones sobre la propia vida.
Ante este panorama es necesario visualizar cómo
está evolucionando la situación de las empresas y de
las personas trabajadoras de las mismas, partiendo
de la base de que en el tejido empresarial de nuestro
país predominan las microempresas y pymes. Por
ello, en este capítulo se trata de ofrecer, en primer
lugar, una panorámica general de las microem-
presas a partir de los principales datos secundarios
disponibles para, a continuación, analizar la situa-
ción y posición de las mujeres y los hombres
en el mercado de trabajo bajo una perspectiva
dinámica, que muestre la evolución de los distintos
indicadores básicos desde el inicio de la crisis.
Evolución del mercado de trabajo
en los últimos cinco años
