Impacto de la crisis en el medio rural: una mirada de género. - page 23

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Capítulo I
Los espacios de la actividad económica
pendencia, su interdependencia con el conjunto
social, su condición frágil y vulnerable. Es la épica
que se esconde tras la metáfora de la producción
e invisibiliza los trabajos de cuidados
(Orozco, A.
2010).
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Esta visión de la economía, que sitúa a los mercados
capitalistas en el epicentro del sistema, desplaza la
sostenibilidad de la vida a la esfera invisible del siste-
ma económico y, por tanto, desaparece en términos
sociales y políticos. Sin embargo, los cuidados son
un elemento estratégico en la compresión de la
organización del sistema económico pues todas las
personas los necesitamos en cualquier momento de
nuestra vida y, en gran medida, están garantizados al
margen del espacio productivo. Por otra parte, están
absolutamente atravesados por la desigualdad de
género. En un modelo de sociedad patriarcal que
naturaliza las diferencias entre mujeres y hombres,
se definen una serie de comportamientos, tareas,
actitudes valores, costumbres propias de hombres
y otras propias de mujeres, aunque asignando una
valoración diferente a unos y a otras, en función de
quién las realiza.
Este modelo, profundamente injusto, pero que
garantizaba una aparente paz social, ahora está
en quiebra. Factores como los cambios en las ex-
pectativas y rol de las mujeres, el envejecimiento
de la población, los modelos de crecimiento ur-
bano o la pérdida de redes, han hecho aflorar
tensiones estructurales contenidas. Prueba de ello
son, por ejemplo, los problemas de conciliación
que aparecen ante la imposibilidad de responder a
dos necesidades enfrentadas en el modelo social
predominante: las necesidades de cuidado y las de
producción. O los problemas de atención a la de-
pendencia, motivados por la escasez demedios para
garantizarla socialmente cuando los hogares ya no
bastan para atender a las necesidades de cuidado.
La crisis económica actual y la crisis de los
cuidados no han hecho más que sacar a la luz las
tensiones estructurales de sistema, tensiones que
siguen viviéndose de una manera privada. No se
buscan soluciones sistémicas y colectivas, lo que
se produce es un ajuste de la división sexual del
trabajo a las necesidades de mantenimiento del
sistema capitalista. La persistencia en la separación
de tareas, espacios y tiempos en función del sexo
impide el logro de los objetivos de justicia social y
de unas condiciones de vida dignas para todas y
todos en los márgenes del sistema.
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4. Amaia Orozco en
Diagnóstico de la crisis y respuestas desde la economía feminista,
texto basado en la ponencia presentada en las XII Jornadas de
Economía Crítica “Los retos de la ciencia económica ante la crisis” (Zaragoza 11 al 13 de febrero de 2010).
5. Esta capítulo se inspira en las reflexiones de Amaia Orozco, en el citado texto
“Diagnóstico de la crisis y respuestas desde la economía feminista”
y de Cristina Carrasco, en su trabajo publicado en la revista “Mientras tanto”, nº 82, titulado
“La sostenibilidad de la vida humana: ¿un asunto de
mujeres?”.
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